martes, 28 de septiembre de 2010

Ella

Ella no era de este mundo.
O eso creía.
Nadie lograba ver más allá de su mirada;
llegar al fondo de su alma
era algo que todavía ninguna persona ni siquiera
se acercaba.

Ella se sentía diferente al resto del mundo.
Ella era diferente.
Veía a su alrededor, y nadie se le parecía;
la gente era superficial,
sus pensamientos eran banales, mientras que los suyos
tenían una trascendencia mística en ella misma.

Ella no se encontraba en su tierra.
Sabía que NO era su tierra.
La ciudad aquella no le inspiraba;
sus gentes, sus costumbres, eran extrañas para
lo que ella estaba acostumbrada.

Ella veía a la gente a través de sus ojos,
sus azules ojos.
Tan dolorosos como observar el fuego,
tan bellos como contemplar el ancho mar, tan frágiles
como una hoja de otoño que cae de su rama.

Ella era especial,
y él lo sabía.

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